Vistas de página en total

martes, 18 de febrero de 2014

El lazarillo y su guía.

El otro día, bajamos al patio para hacer una dinámica de grupo junto a mis compañeros de la clase de psicología.

     El maestro empezó a explicarnos en que consistía la dinámica que íbamos a hacer: nos teníamos que poner en parejas, y uno de cada dos tenia que ponerse un pañuelo en los ojos de manera que no podía ver nada. Su compañero tenia que acompañarlo por el patio poco a poco y cuando decidiera que el lugar en el que estaba era bueno, dejarlo solo y volver al punto de inicio. Esta parte de la dinámica era fácil para ambas partes, solo el que no podía ver nada tenia que confiar en su compañero.
     La parte más complicada empezó cuando el maestro nos comunicó que nosotros, los "guías",  también teníamos que ponernos algo en los ojos hasta no poder ver nada de lo que nos rodeaba. En ese momento nuestro deber era ir a por nuestros compañeros y traerlos de vuelta al punto de inicio sin que estos se dieran cuenta de que su guía también iba cegado.
     Cuando me puse mi pañuelo me di cuenta de que no sabia donde estaba, y tampoco sabia como llegar a mi compañera. Perdí el sentido de la orientación por un momento, y cuando conseguí averiguar hacia donde tenia que ir, poco a poco iba avanzando en su busca. El problema o gracioso es que para llegar a ella tenía que pasar por dos campos de fútbol los cuales estaban llenos de niños jugando y gritando "¡cuidado que ahí va la muchacha ciega!". 
     Cuando conseguí llegar a ella, la cogí y poco a poco pasamos todo el recorrido del patio, y en todo momento tenia que ir diciéndole por donde estábamos y lo poco que nos quedaba para acabar ya que tenia que trasmitirle toda la confianza posible. Finalmente cuando llegamos y pudimos ver ella se quedó impresionada de lo que acabábamos de hacer, ya que en ningún momento había creído que las dos andábamos sin saber lo que nos esperaba en el camino. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario